¿Qué es saber?

Saber es conocer la existencia de un evento y las consecuencias lógicas de ello. Particularmente, debemos conocer aquellos eventos que impactan o pueden impactar nuestra vida y visualizar, lo más que nuestra inteligencia lo permita, sus posibles consecuencias lógicas. Hasta que esto no ocurra, no podemos afirmar con certeza que sabemos el asunto. Podemos suponer que estamos ciegos, aunque dicha ceguera no nos sea evidente.

Puede parecer que en el párrafo anterior hablo en abstracto. Pero permítame presentarles un ejemplo más comprensible de lo que intento decir:

Supongamos que a usted le informan que viene un huracán, y que el mismo es de máxima categoría, el cual, sin lugar a dudas, impactará el área donde usted tiene su casa de madera. Usted conoce algo acerca de huracanes, pero desconoce los posibles estragos que un huracán de máxima categoría puede infligir en cualquier área poblada, y particularmente el terrible daño que puede ocasionarle a su vivienda.

Si usted examina cuidadosamente la edificación, estructura y condiciones físicas de su vivienda, es muy probable que concluya que la misma aguante o no aguante los fuertes vientos del huracán. Tal vez concluya que la misma no aguantaría los embates de los vientos huracanados sin sufrir severas consecuencias, a menos que tome medidas especificas para mitigar el daño.

Es precisamente ahora cuando SABE.

Una situación similar ocurre cuando usted camina en la densa oscuridad, palpando a tientas, chocando o impactando objetos que usted no ve ni sabe que están frente a su camino. Su vista está ajustada a la claridad. No ve nada en la densa oscuridad. Luego su vista se ajusta a la oscuridad y puede ver y distinguir los objetos. La misma situación ocurre cuando la vista está ajustada a la oscuridad y de pronto enfrenta la claridad. No ve ni distingue nada hasta que su vista se ajusta a la nueva realidad.

Nuestro saber es limitado. Es más lo que no sabemos de lo que sabemos. Vivimos esta vida desconociendo nuestra totalidad, NO SABIENDO nuestra eternidad. Por un lado, Sócrates, el gran sabio griego, nos propuso conocernos a nosotros mismos, y por otro lado San Pablo, el elocuente Apóstol de los gentiles, nos afirma que solamente conocemos en parte.

Por nuestra historia personal pasada, podemos saber la fecha exacta de nuestro nacimiento, inclusive las circunstancias del alumbramiento y aún antes del mismo. Sin embargo, no sabemos la fecha de nuestra muerte – cuándo, dónde, cómo – hemos de morir. Desconocemos totalmente el próximo segundo de tiempo de nuestra vida. Lo conocemos cuando ya es historia personal pasada. ¿Qué haría usted si lo conociera de antemano? ¿Lo podría cambiar? Ésta y un sin fin de preguntas quedan incontestadas. Especulamos, teorizamos, dogmatizamos y postulamos tratando de entender lo inentendible. Al fin, quedamos como unos ignorantes, aunque en esencia, seamos dioses infantiles jugando en armar bloquecitos de madera.